domingo, octubre 08, 2006

La cultura de libertad como constitutiva de Internet

En medio del debate de la desaparición o no del periódico en papel y la conquista del acceso total a la información, conviene refrescar este artículo de Castell:

Lección inaugural del curso académico 2001-2002 de la UOC
La cultura de libertad como constitutiva de Internet
Manuel Castells
Profesor sénior del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC

Las tecnologías son producidas por su historia y por el uso que se hace de ellas. Internet fue diseñada como una tecnología abierta, de libre uso, con la intención deliberada de favorecer la libre comunicación global. Y cuando los individuos y comunidades que buscan valores alternativos en la sociedad se apropiaron de esa tecnología, ésta amplificó aún más su carácter libertario, de sistema de comunicación interactivo, abierto, global y en tiempo escogido (www.isoc.org/internet-history/brief.html).

En principio, esta afirmación podría sorprender, puesto que el antepasado más directo de Internet, Arpanet, fue creado en 1969 (y presentado al mundo en 1972) en ARPA, la oficina de proyectos avanzados de investigación del Departamento de Defensa del gobierno de Estados Unidos. Y, sin embargo, no sólo el diseño de sus creadores se inspiró en principios de apertura de la red, sino que los principales nodos de Arpanet se localizaron en universidades, con acceso posible a ellos por parte de profesores y estudiantes de doctorado, eliminando toda posibilidad de control militar estricto. Ni siquiera es cierta la historia, a menudo contada, de que Arpanet se creó para salvaguardar las comunicaciones norteamericanas de un ataque nuclear sobre sus centros de mando y coordinación. Es cierto que hubo un proyecto de Paul Baran, en la Rand Corporation, propuesto a la Fuerza Aérea, para construir un sistema de comunicación flexible y descentralizado basado en una nueva tecnología de transmisión, packet switching. Pero, si bien dicha tecnología fue esencial en el desarrollo de Internet, el proyecto de Baran fue rechazado por el Departamento de Defensa e Internet no encontró aplicaciones militares hasta treinta años más tarde, cuando las tropas de elite estadounidenses empezaron a organizarse en red aprovechando la facilidad de comunicación interactiva ubicua.

La razón oficial para el desarrollo de Arpanet fue facilitar la comunicación entre los distintos grupos universitarios de informática financiados por el Departamento de Defensa y, en especial, permitir que compartieran tiempo de ordenador en las potentes máquinas que existían tan sólo en algunos centros. Pero, de hecho, muy rápidamente el aumento de capacidad y velocidad de los ordenadores hizo que sobrara tiempo de computación, con lo que la utilidad directa de Arpanet no era evidente. Lo que de verdad ocurrió fue que un grupo de investigadores informáticos, generosamente financiados por el Departamento de Defensa, encontraron un instrumento perfecto para llevar a cabo su investigación en red, y, pronto, se entusiasmaron con la perspectiva de desarrollar un sistema de comunicación entre ordenadores, que se concretó en los protocolos TCP/IP desarrollados por Cerf y Kahn en 1973, y luego por Cerf, Kahn y Postel en 1978.

Desde el principio, los diseñadores de Internet, todos ellos procedentes del mundo académico, aunque algunos de ellos trabajaron en el entorno del Departamento de Defensa y consultoras asocidadas, buscaron deliberadamente la construcción de una red informática abierta y sin cortapisas, con protocolos comunicables y una estructura que permitiera añadir nodos sin cambiar la configuración básica del sistema. Fue una cultura de libertad inspirada en los principios de la investigación académica y en la práctica de compartir los resultados de la investigación con los colegas, de forma que el juicio de la comunidad informática académica sobre la contribución de cada uno era la recompensa más importante al trabajo obtenido.
¿Por qué el Departamento de Defensa les dejó tal libertad? En realidad, porque quien supervisó el desarrollo de Internet fue una agencia de promoción de investigación, ARPA, formada en buena parte por científicos e ingenieros y que siguió la estrategia innovadora y atrevida de buscar la supremacía tecnológica de Estados Unidos (tras el susto recibido por el Sputnik soviético) a partir de la excelencia de sus universidades. Pero cualquier académico que se precie no acepta limitaciones a su libertad de investigación y comunicación de resultados. Por tanto, para obtener la mejor investigación en informática y telecomunicaciones (que ARPA vio en seguida como tecnologías decisivas), los fondos fueron a parar a los mejores grupos (MIT, Stanford, Berkeley, Carnegie Mellon, UCLA, USC, SRI, BBN, UC Santa Barbara, Utah, etc.) sin restricciones burocráticas. De hecho, la estrategia resultó, porque no solamente se desarrolló Internet, sino que, merced al salto gigantesco de la investigación universitaria en tecnologías de información y comunicación, Estados Unidos obtuvo una supremacía tecnológica que también llegó al terreno militar, que puso a la defensiva en los años ochenta a la Unión Soviética y, en último término, llevó a su malograda perestroika y posterior desintegración, como hemos demostrado en nuestro libro (Castells y Kiselyova, 1995).

Una vez que las tecnologías de Internet se desarrollaron de forma abierta a través de las universidades, fueron conectando con otros medios sociales y otras actitudes culturales a lo largo de los años setenta y ochenta. Por un lado, los hackers vieron en Internet un medio privilegiado de comunicación e innovación y aplicaron su enorme potencial de creatividad y capacidad tecnológica a perfeccionar el software de Internet, utilizando el poder de la colaboración abierta en red para incrementar su capacidad tecnológica. Por otro lado, los movimientos contraculturales y alternativos tomaron Internet como forma de organización de comunidades virtuales y proyectos culturales autónomos, a partir del desarrollo de los PC, que puso en manos de la gente el poder de procesamiento informático y de comunicación en red (Rheingold, 1993; 2000). Con cada nueva oleada de usuarios, llegó una plétora de nuevas aplicaciones que los programadores autónomos inventaron a partir de su práctica; por ejemplo, el World Wide Web, que programó Tim Berners-Lee, en el CERN, en 1990.

Cada nueva aplicación se publicaba en la red, con lo que el conocimiento colectivo se fue profundizando y la capacidad tecnológica de la red ampliando y haciéndose más fácil de usar. Así, se generalizó el uso de Internet por círculos concéntricos a partir de los hackers y los estudiantes de las universidades más avanzadas, hasta llegar a los más de 400 millones de usuarios en la actualidad (había 16 millones en 1995, primer año del World Wide Web).

Una vez que Internet tuvo pleno desarrollo tecnológico y una base de usuarios suficientemente amplia, una nueva generación de empresarios lo utilizó como negocio y como nueva forma de hacer negocio, llevando su uso a todos los ámbitos de la economía y, por tanto, de la sociedad. Si la investigación académica inventó Internet, la empresa fue la que lo difundió en la sociedad, tres décadas más tarde. Pero, entre los dos procesos tuvo lugar la apropiación, transformación y desarrollo de Internet por dos culturas de libertad que fueron decisivas en su tecnología y en sus aplicaciones: la cultura hacker y las comunidades contraculturales, que plasmaron su autonomía en la tecnología, estructura y usos de la red.

Referencias bibliográficas

CASTELLS, M.; KISELYOVA, E. (1995). The collapse of the Soviet Union: the View from the Information Society. Berkeley: University of California, International & Area Studies Book Series. RHEINGOLD, H. (1993/2000). The virtual community. Homesteading in the electronic frontier. Cambridge, Massachussets: MIT Press.

[Fecha de publicación: octubre 2001]
http://www.uoc.edu/web/esp/launiversidad/inaugural01/cultura.html

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